Nuevo estudio apunta a que origen del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) no estaría en el cerebro
Investigadores chinos identifican otro órgano del cuerpo relacionado con el TOC, abriendo la puerta a nuevas formas de tratamiento.
Un reciente estudio de la Universidad Médica de Chongqing, en China, ha revelado un sorprendente hallazgo sobre el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC): ciertos tipos de bacterias intestinales podrían desempeñar un papel en el desarrollo de esta condición de salud mental, que afecta hasta al 3% de la población mundial y que sigue siendo una de las más complejas de tratar.
La investigación, publicada en el Journal of Affective Disorders, utilizó un método conocido como aleatorización mendeliana para analizar datos genéticos de más de 217 mil personas. Este enfoque permitió establecer una posible relación causal entre la microbiota intestinal —la comunidad de bacterias que habita el sistema digestivo— y la aparición del TOC.
En concreto, el análisis identificó tres tipos de bacterias que podrían actuar como factores protectores:Proteobacteria, Ruminococcaceae y Bilophila. Por el contrario, otras tres especies —Bacillales, Eubacterium y Lachnospiraceae UCG001— estarían asociadas a un mayor riesgo de padecer el trastorno.
Aunque estudios anteriores ya habían sugerido un vínculo entre el intestino y el cerebro, esta es la primera vez que se plantea una relación causal directa con el TOC. Los autores del trabajo explican que, dado que los genes no se ven alterados por factores ambientales, los resultados refuerzan la posibilidad de que las bacterias intestinales no solo sean un reflejo del TOC, sino también un posible desencadenante.
“La identificación de estas bacterias específicas puede abrir nuevas estrategias para prevenir o tratar el TOC desde el ámbito intestinal”, señalaron los investigadores, quienes también advirtieron que se requieren más estudios longitudinales y análisis más profundos para validar estos resultados.
Respuesta a terapias convencionales
Actualmente, los tratamientos más utilizados para el TOC incluyen terapia cognitivo-conductual e inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Sin embargo, entre el 25% y 40% de los pacientes no responde adecuadamente a estas terapias, lo que incrementa el costo personal y social de la enfermedad.
De confirmarse este vínculo en investigaciones futuras, la manipulación de la microbiota intestinal —por ejemplo, mediante dietas específicas, probióticos o trasplantes fecales— podría convertirse en una vía prometedora para combatir este trastorno.
Fuente: ADN Radio