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Navidad en el mundo: ¿Qué religiones celebran el 25 de diciembre y por qué otras la rechazan?

Aunque el mundo parece detenerse cada 25 de diciembre, la festividad no es universal. Mientras el cristianismo ortodoxo espera hasta enero, el judaísmo, el islam y los Testigos de Jehová mantienen sus puertas cerradas al festejo por razones que van desde lo teológico hasta lo histórico.

La Navidad es, quizás, la fecha más influyente del calendario gregoriano. Sin embargo, lo que para muchos es una cita ineludible con la familia y la fe, para otros es una jornada ordinaria o incluso una fecha que contradice sus principios más profundos. Más allá del catolicismo y el mormonismo, el mapa religioso se divide entre la tradición y el rechazo.

Los que celebran: Otros matices del cristianismo

Además de la Iglesia Católica, la Navidad es un pilar para el protestantismo histórico. Anglicanos, luteranos y metodistas ven en esta fecha el eje central de la encarnación de Cristo.

Sin embargo, no todos coinciden en el día. La Iglesia Ortodoxa (predominante en Rusia, Serbia y otros países del este) celebra la Navidad el 7 de enero. Esto no se debe a una diferencia teológica, sino al uso del calendario juliano, que lleva un retraso de 13 días respecto al calendario gregoriano utilizado en Occidente.

Por su parte, la gran mayoría de las iglesias evangélicas actuales celebran la fecha, aunque con un enfoque menos ritualista y más centrado en el mensaje de la salvación, despojándose a menudo de figuras como los Reyes Magos o el pesebre tradicional.

El rechazo por dogma: Testigos de Jehová y sectores radicales

Uno de los casos más conocidos de exclusión es el de los Testigos de Jehová. Para ellos, la Navidad es una línea roja que no se debe cruzar. Sus argumentos son tres:

  1. Origen pagano: Sostienen que el 25 de diciembre coincide con las Saturnales romanas y el culto al “Sol Invicto”, tradiciones ajenas al cristianismo.
  2. Silencio bíblico: Argumentan que Jesús nunca ordenó celebrar su nacimiento, sino únicamente su muerte.
  3. Rechazo a los cumpleaños: Al considerar que la Biblia no favorece la celebración de nacimientos (asociándolos a eventos trágicos en las escrituras), omiten cualquier festejo de este tipo.

Asimismo, existen sectores del evangelismo puritano o radical que prohíben la Navidad por considerarla una “invención católica” sin sustento en las Sagradas Escrituras, criticando además el fuerte componente comercial y el uso de símbolos como el árbol de Navidad, que consideran de raíz idólatra.

El Islam: Jesús como profeta, pero no como Dios

Para el Islam, Jesús (Isa) es una figura sumamente respetada. Es uno de los cinco profetas más importantes y el Corán narra su nacimiento virginal. Sin embargo, los musulmanes no celebran la Navidad.

La razón principal es que el Islam rechaza la divinidad de Jesús; para ellos, no es el “Hijo de Dios”, sino un mensajero humano. Además, en la tradición islámica ortodoxa, no existe la costumbre de celebrar los cumpleaños de los profetas (incluso el nacimiento de Mahoma es motivo de debate), por lo que la Navidad se percibe como una innovación religiosa ajena a su fe.

Judaísmo: Una cuestión de identidad

Para el judaísmo, la Navidad simplemente no existe en su esquema teológico. Al no reconocer a Jesús como el Mesías, la fecha carece de significado religioso.

Es común que en estas fechas la comunidad judía celebre el Janucá (la Fiesta de las Luces), pero es un error histórico considerarlo una “Navidad judía”. Janucá conmemora la victoria de los macabeos y la purificación del Templo, un evento que nada tiene que ver con el nacimiento de Cristo.

Un fenómeno cultural vs. religioso

En el siglo XXI, la Navidad ha trascendido los templos para convertirse en un fenómeno cultural y comercial. Esto genera situaciones curiosas: en países como Japón o China, donde el cristianismo es minoritario, la Navidad se celebra masivamente como una fiesta estética y de consumo, vacía de contenido religioso.

Mientras tanto, en países con regímenes teocráticos o autoritarios como Arabia Saudita, Corea del Norte o Somalia, la celebración está oficialmente prohibida, convirtiendo al pesebre en un símbolo de resistencia o, para otros, en un recuerdo de las profundas divisiones que aún persisten en la fe global.

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